Durante la semana del 9 de septiembre parece que acaba el verano para la gran mayoría de niños, niñas y adolescentes de toda España, toca volver a la rutina, al día a día, a las escuelas, institutos o centros formativos, a luchar por un futuro mejor. Estos días no se habla de otra cosa, en las casas, en la cafetería con los amigos/as, en hogares y residencias de acogida, en los medios de comunicación y redes sociales, pero ¿cómo es la vuelta “al cole” en un centro de protección de jóvenes migrantes no acompañados/as?
Pongámonos en contexto, 05:30 horas de la mañana, el equipo educativo de noche del Centro de acogida a menores migrantes no acompañados CAM Sopuerta, dirigido a 36 niños y adolescentes migrantes menores de 18 años de Bizkaia, gestionado por la Asociación de Asistencia Integral Lagunduz y la Fundación Salud y Comunidad (FSC) desde el pasado mes de abril de 2023, empieza a despertar a los menores para acudir al centro escolar y formativo. Mientras, los jóvenes no dejan de mirar por la ventana a la espera del panadero que acude con el pan del día para preparar el almuerzo de estos chicos/as que en breve saldrán corriendo -bueno, en coche, autobús o tren- hacia los centros a los que asisten.
La leche, el cacao, las tostadas y magdalenas preparadas en el comedor, llamar a las puertas de las habitaciones y un “buenos días “, todo es un no parar. Empieza el día para ellos/as. Hay jóvenes que se levantan a la primera y los hay que ni a la tercera, toca insistir, emplear estrategias educativas que faciliten que se levanten. Todos los adolescentes son conscientes de que la asistencia al curso de formación es la piedra “angular” para formarse y tener un futuro mejor, un porvenir por el que han recorrido un gran camino con esfuerzo y riesgo hasta llegar a España.
El trabajo diario del equipo de dirección, del equipo técnico y de todo el equipo educativo a lo largo de los meses de junio, julio, agosto e inicio de septiembre, empieza a dar su fruto. Las tutorías individualizadas con cada uno de los jóvenes y las horas de taller enseñando los posibles itinerarios formativos obtienen su recompensa. Actualmente, el 95% de los jóvenes acogidos en el CAM Sopuerta tiene asignado un recurso formativo, una acción educativa que les permitirá la inserción socio-laboral en el futuro, el acceso a muchos de ellos a pisos de semi-autonomía, gestionados por la propia Diputación Foral de Bizkaia o la mera posibilidad de acceder a un albergue, una vez cumplan la mayoría de edad que se aproxima.
6:30 horas, ya preparados, con las mochilas cargadas de libros y todo el material escolar solicitado, el bocata, el zumo y un sinfín de sueños para su futuro, salen corriendo por la puerta del centro hacia la parada de autobús que se encuentra enfrente, sabiendo que mucho de ellos/as no volverán hasta las 16 horas al centro, con los estómagos vacíos.
Acuden a Otxarkaoga y Peñascal para ser peluqueros, fontaneros, soldadores, mecánicos o carpinteros, a Montaño para formarse en cocina o electricidad, a Bolueta para formarse en pastelería y repostería, a Santurtzi para limpieza de edificios o Zornotza para ser futuros auxiliares de enfermería, sin olvidarnos de aquellos/as que asisten a institutos en formación de Educación Secundaria Obligatoria.
Pero, como en cualquier casa, no toda acción formativa acaba al retornar al hogar. El equipo educativo de tarde se encuentra al pie del cañón para recordar, acompañar y trabajar en las actividades de tarde, los repasos escolares, los aprendizajes del castellano mediante videos y roles-playings o el EDD 3+, que tiene como objetivo facilitar la inserción laboral de estos/as jóvenes a través del desarrollo de conocimientos, habilidades y actitudes, tanto personales como profesionales.
Y, una vez acaba la acción formativa y las tareas escolares de tarde, ¿qué pasa? Pues toca “quemar energía” mediante actividades extraescolares. Equipos de fútbol de los municipios de Sopuerta, Zalla o Balmaseda están brindando la oportunidad actualmente a los jóvenes del centro de acogida de migrantes de Sopuerta a practicarlo en sus equipos federados – concretamente, 7 chicos están acudiendo al Club de fútbol Zalla, 3 al Sopuerta Sport y 1 al Club de futbito Otxartabe de Bilbao – así como de insertarse socialmente con otros jóvenes de la localidad, practicar castellano en un contexto diferenciado y, sobre todo, disfrutar de un espacio de ocio saludable.
Pero, no a todos/as les gusta el fútbol, por ello el 20% de los adolescentes, según su proceso evolutivo, acude por la tarde al gimnasio del municipio de Muskiz, lo cual fomenta su autonomía.
Como en cualquier centro, siempre existe uno o dos adolescentes que no quiere ni estudiar ni trabajar, cuyo proceso evolutivo no es positivo, que le cuesta escuchar al equipo del centro y prefiere la calle a formarse por un futuro mejor. Uno o dos jóvenes que hace que toda una sociedad, una comunidad o un equipo se fije en ellos/as y emplee, de forma automática, el sesgo de la negatividad, un mecanismo mental y social que hace que el aspecto negativo de las cosas sea más atractivo que lo positivo, restándole importancia al hecho de que muchos de los niños, niñas y adolescentes migrantes no acompañados “luchen”, día a día, por un futuro mejor.
Por ello, toca continuar, como sociedad, como comunidad, como equipo, trabajando para el cambio de estos/as menores, porque como grupo lo importante es avanzar, esforzarse con cada uno de los jóvenes, más rápido o más lento, porque si se va a un ritmo, no se llega tarde.
Queremos dar las gracias al equipo profesional del centro por seguir en el “barro”, por el empeño y en la determinación, por creer en cada uno de ellos/as y en sus posibilidades; gracias a la acogida del municipio de Sopuerta en general, y a su ayuntamiento en particular, ya que, con unos inicios complicados, sigue proporcionando apoyo a diferentes niveles a estos/as menores, y muchas gracias también a ellos y a ellas por seguir construyendo un mundo mejor.