El Centro de Acogida de Menores (CAM) de Ateca, en Zaragoza, dirigido y gestionado por la el Grupo Lagunduz y la Fundación Salud y Comunidad (FSC), ha puesto en marcha recientemente un taller de yoga para principiantes, planteado como una actividad innovadora. El taller se está realizando con buenas perspectivas en las propias instalaciones del centro, al tratarse de un entorno de confianza, en el que los niños, niñas y adolescentes (NNA) pueden encontrar un ambiente seguro. El taller se realiza con periodicidad semanal, cada viernes, de manera transversal con otros talleres llevados a cabo en el servicio y es impartido por una profesional externa al recurso, que nos relata la vivencia de su primera clase.
El taller está inspirado en el programa “Yoga Sensitive” aplicado como terapia, que fue desarrollado en el Centro de Trauma del Justice Resource Institute en 2002 para promover una mayor sensación de seguridad en las personas traumatizadas, mientras participan en un ejercicio que se centra en la conciencia corporal.
El núcleo central del programa reside en la premisa de que las personas que, durante su infancia de manera reiterada y durante un período prolongado de tiempo, han sufrido malos tratos, abusos físicos, psíquicos, sexuales o algún tipo de episodio violento, pueden desarrollar a lo largo de sus vidas un tipo de trauma denominado “trauma complejo” y que conlleva ciertas dificultades para la regulación interna de la persona.
En este sentido, de manera general, y de acuerdo con la evidencia científica, se puede afirmar que la capacidad de percibir, analizar, interpretar lo que pasa alrededor, suele estar muy desarrollada, mientras que la de sentir, procesar e integrar las sensaciones internas, se ve perjudicada.
El yoga sensible al trauma (YST) es un método que surge como tratamiento complementario a la psicoterapia tradicional que se centra especialmente en trabajar las consecuencias de este “trauma complejo” que, por otra parte, es muy común entre los niños, niñas y adolescentes (NNA) que se atienden en el Centro de Acogida de Menores (CAM) de Ateca.
La propuesta de YST es un abordaje desde lo somático/corporal. Por ello, se plantea como un tratamiento complementario a las terapias psicológicas o cognitivas donde la premisa “El trauma pasa por el cuerpo” es una máxima fundamental en las bases teóricas de la actividad.
Sus objetivos principales son aliviar los efectos del trauma sobre el sistema nervioso del cuerpo; mejorar en aspectos de sociabilidad lastrados por experiencias traumáticas anteriores y generar independencia emocional en estos/as jóvenes. Asimismo, fomentar su autoestima y autocontrol y ayudarles a que presten atención a lo que sucede en el momento presente.
Por otra parte, ayudar a los/as NNA a sentir, procesar y regular los estados y sensaciones internas, así como empoderar, reconectarles con su cuerpo, sensaciones, en un marco de cuidados individuales y colectivos.
En esta noticia, recogemos además la vivencia de Pilar, monitora del taller de yoga en el Centro de Acogida de Menores de Ateca, que así nos la relataba: “recuerdo cuando llegué al centro una tarde de viernes para impartir un curso de yoga a chicos y chicas adolescentes. Me llevaban en coche y mi corazón palpitaba expectante, era la primera vez que lo hacía de esta manera y mi expectativa estaba abierta a dar lo mejor de mí y pasar un buen rato practicando, y que, además, les sirviera a los/as jóvenes para sus vidas dentro y fuera del centro, es decir que llegase a ellos/as, dentro de ellos/as, a cada uno de sus cuerpos y vidas”.
Según nos trasladaba, su primera intención fue “crear apego, darles cariño y mi mirada incondicional, y poder ayudarles a gestionar sus emociones, no desde la superprotección, sino dejándoles su espacio. Por eso, crear apego respondiendo a sus necesidades desde mi rol de profesora de yoga, era lo más importante para mí”.
Por otra parte, nos explicaba que ANVI, joven usuaria del servicio, tomó la iniciativa del cuaderno de yoga y lo tituló “Somos yoga”. “A mí me encantó porque sentí sin palabras la esencia de lo que quería trasmitir en las primeras clases, aunque teníamos opiniones también variadas en torno a lo que nos inspira las palabras somos yoga. De manera que hicimos una lluvia de ideas entre los dos grupos, junto a los educadores Johanna y Christian que compartían también la clase”, afirmaba Pilar.
Cabe señalar que la metodología llevada a cabo en el taller, tal y como se ha contemplado desde la dirección del centro, tiene un carácter participativo. El yoga sensible al trauma se formula a partir de 4 dominios centrales: ambiente (el espacio debe ser acogedor, seguro y cómodo para los/as NNA vulnerables); ejercicio físico (se hace énfasis en las sensaciones internas para fomentar sentimientos de seguridad y autoaceptación); espacio (debe ser suficiente entre los/as participantes para fomentar ese espacio de seguridad, así como cualidades del monitor (sus instrucciones no deben ser directivas, con el fin de promover la sensación de que los/as NNA mantienen el control).
Pilar, formadora del taller, nos explicaba además cómo se fue desarrollando la primera sesión: “la práctica de yoga se lleva a cabo normalmente en grupo, es lo más habitual, dirigida por un profesor/a que actúa como intermediario entre la enseñanza y el alumno/a, por eso es una práctica también y a la vez individual y cada uno/a puede vivirla libremente y a su manera. De esta forma, nos encontramos con dos opuestos: el somos y el yo soy, lo grupal y lo individual, y los dos aspectos se hacen necesarios para una buena clase. Fuimos un grupo que nos unimos con una finalidad común en un espacio íntimo que nos permitió estar con nosotros/as mismos/as”.
Por otro lado, atendiendo al perfil de los usuarios/as del centro, este taller está diseñado para lograr diferentes beneficios en adolescentes con dificultades de adaptación social y/o familiar con antecedentes de experiencias traumáticas en la infancia; adolescentes con gran inestabilidad emocional y graves problemas de conducta que los llevan a protagonizar conductas de auto agresividad, hetero agresividad, y/o conductas autodestructivas y adolescentes que, además, presentan de rasgos vulnerables de personalidad.
En cuanto a los beneficios de la práctica del yoga en esta primera sesión, Pilar nos trasladaba que “nos sirvió para focalizarnos en nuestro interior, vaciar la mente, gestionar el estrés, nos permitió además salir del sedentarismo, nos relajó y nos ofreció tranquilidad, entre otros muchos beneficios. Además de llegar a la comunidad, se instaló de forma individual en cada uno/a de nosotros/as, sin límites de ningún tipo, por lo que no puedo estar más agradecida a las personas participantes en la actividad por estos buenos resultados logrados conjuntamente”.
Por último, señalar que, durante este año, el Centro de Acogida de Menores de Ateca contempla realizar un total de 37 sesiones, con una media de asistentes de 18 NNA y una duración media de las sesiones de 60 minutos.